Jamie Spears tendrá que sentarse de nuevo ante una jueza para aclarar algunos de los aspectos más polémicos de la tutela judicial de su hija Britney, un mecanismo de supuesta protección que él gestionó con puño de hierro durante 13 años, antes de que la propia justicia le retirara sus funciones y, eventualmente, pusiera fin al particular calvario de la princesa del pop.
Entre los argumentos que contribuyeron a tumbar ese período de tutela, defendidos con vehemencia por el nuevo abogado de la artista, Mathew Rosengart, destacaban las acusaciones de que Jamie Spears había hecho un uso fraudulento e interesado del patrimonio económico de la diva, así como otras ligadas a las medidas abusivas y denigrantes que supuestamente había puesto en marcha para tenerla controlada en todo momento.
Ahora, la magistrada Brenda Penny ha ordenado al progenitor de la vocalista que acuda a declarar antes del 12 de agosto para dar explicaciones sobre el presunto espionaje que habría dirigido contra Britney en esos terribles tiempos. Según los letrados de la intérprete, Jamie habría instalado micrófonos en su habitación y tendría en su poder horas de grabaciones referentes a conversaciones íntimas.
Jamie habría tratado de evitar a toda costa esa citación judicial que finalmente le ha llegado. De hecho, Rosengart se quejó abiertamente de las hipotéticas maniobras que habría desplegado el padre de su clienta para intentar sortear esa orden, que podría meterlo en graves problemas si no la gestiona con eficacia.
Por lo pronto, Jamie tendrá que entregar al tribunal, de haberlas, las citadas grabaciones, los equipos electrónicos que habría utilizado y los mensajes de texto intercambiados con su antiguo abogado.